jueves, 11 de junio de 2015

Afinando para ponerse de acuerdo

¿Le hago caso a mi mente que me advierte desde la lógica irrefutable? ¿Le hago caso al corazón que me impulsa sin medir riesgos?
Osho sostiene que mente y corazón son mecanismos. La mente  es un instrumento de la lógica y el corazón, un instrumento de las emociones. La primera está presa de las palabras, de las argumentaciones y de un eterno discurrir sin llegar a ningún lugar. El corazón, en cambio, ciego, arremete, se mueve y también da vueltas sin parar con las emociones. Desborde de lógica y razonamientos y desborde de sentimientos y emociones. ¿Cuántas veces no nos hemos sentido atrapados hasta el borde de la asfixa entre nuestra mente y corazón? ¿Cómo lograr esa armonía necesaria, ese equilibrio sanador?
Cada uno de nosotros recorre un sendero particular, armado de su lógica y de sus emociones. Va, a su vez, rodeado de otros con sus propias y singulares condiciones. Todos luchando para ver quién manda, quién dice qué hacer, la mente o el corazón.
Tal vez, tenemos que pensarnos como si fuéramos un instrumento al que hay que afinar. Nuestra mente,  nuestras emociones comienzan a armonizarse, empiezan a buscar el punto de equilibrio, el cuerpo deja de ser el campo de batalla, el "sí mismo" se enriquece, el "yo" se pacifica.
Nuestras abuelas resolvían este barullo diciéndonos que le hagamos caso a la intuición. Entiendo, en este caso, la intuición como un chispazo de reconocimiento, como ese momento maravilloso en  que la mente y el corazón se pusieron de acuerdo. Aún así, ese chispazo es aleatorio, no sabemos cuándo sucederá otra vez. Es entonces cuando tenemos que tomar el asunto en nuestras manos y aprender los lenguajes, la manera particular de decir de la mente y de nuestras emociones y gestionar nosotros mismos la concordancia. Dejar de estar atrapados en esta contradicción implica sólo esto: atención y silencio para poder escuchar esas voces, distinguir sus sentidos y ponerlos al servicio de nuestro crecimiento personal, de nuestro bienestar.
Volvernos "sentipensantes" como decía Eduardo Galeano, esas personas que "no separa la razón del corazón. Que siente y piensa a la vez. Sin divorciar la cabeza del cuerpo, ni la emoción de la razón".
Es todo un trabajo, pero vale la alegría.

©Alejandra Gómez Joaristi

martes, 9 de junio de 2015

Chantaje emocional