domingo, 11 de agosto de 2013

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Los celos


¿Qué caracteriza a las personas celosas?
* El sentimiento del que cela es el miedo a perder algo. Desde este temor a la pérdida, intenta poseer al otro; por eso lo acosa, implementa un sistema de vigilancia a su alrededor que no está basado en el amor sino en la sospecha.
* Aunque parecen una manifestación propia de un gran amor, o una gran pasión, los celos están más ligados a un sentimiento narcisista: el celoso no puede tolerar no ser el único centro de la escena.
* El sentimiento de los celos los invade de una manera obsesiva; como no dejan de pensar en la supuesta infidelidad, que se concretará tarde o temprano, tienden a confundir sus sospechas con la realidad y dan por ciertas sus fantasías.
* Son posesivos, ansiosos y, a veces, autoritarios. Aunque se muestren avasallantes, en realidad tienen baja autoestima y necesitan la aprobación del otro.
* Sus formas de vigilancia y de control pueden oscilar entre un interrogatorio aparentemente casual y despreocupado hasta la violencia. En el caso de los celos patológicos, la agresión puede terminar con la muerte de uno de los miembros de la pareja.
* Algunos autores consideran que los celos tienen un componente sadomasoquista: el amor y la tortura de la persecución se vuelven uno y la relación termina convirtiéndose en un vínculo hiriente para los dos miembros de la pareja.
(FUENTE: PSICOLOGIA POSITIVA)

Fragmentos de El arte de amar ~Erich Fromm


¿Trátase del amor como solución madura al problema de la existencia, o nos referimos a esas formas inmaduras de amar que podríamos llamar unión simbiótica? Esta frase y los párrafos que siguen son un extracto de "El arte de amar" de Erich Fromm:
La unión simbiótica tiene su patrón biológico en la relación entre la
madre embarazada y el feto. Son dos y, sin embargo, uno solo. Viven «juntos» (sym-biosis), se necesitan mutuamente. En la unión simbiótica psíquica, los dos cuerpos son independientes, pero psicológicamente existe el mismo tipo de relación.
La forma pasiva de la unión simbiótica es la sumisión, o, para usar un término clínico, el masoquismo. La persona masoquista escapa del intolerable sentimiento de aislamiento y separatidad convirtiéndose en una parte de otra persona que la dirige, la guía, la protege, que es su vida y el aire que respira, por así decirlo. La persona masoquista no tiene que tomar decisiones, ni correr riesgos; nunca está sola, pero no es independiente; carece de integridad; no ha nacido aún totalmente.

La relación masoquista puede estar mezclada con deseo
físico, sexual; en tal caso, trátase de una sumisión de la que no sólo
participa la mente, sino también todo el cuerpo. Puede ser una
sumisión masoquista ante el destino, la enfermedad, la música
rítmica, el estado orgiástico producido por drogas o por un trance
hipnótico; en todos los casos la persona renuncia a su integridad, se
convierte en un instrumento de alguien o algo exterior a él; no
necesita resolver el problema de la existencia por medio de la
actividad productiva.
La forma activa de la fusión simbiótica es la dominación, o, para
utilizar el término correspondiente a masoquismo, el sadismo. La
persona sádica quiere escapar de su soledad y de su sensación de
estar aprisionada haciendo de otro individuo una parte de sí misma.
Se siente acrecentada y realzada incorporando a otra persona, que la adora.
La persona sádica es tan dependiente de la sumisa como ésta de
aquélla; ninguna de las dos puede vivir sin la otra. La diferencia sólo
radica en que la persona sádica domina, explota, lastima y humilla, y
la masoquista es dominada, explotada, lastimada y humillada. En un
sentido realista, la diferencia es considerable; en un sentido
emocional profundo, la diferencia no es mayor que lo que ambas
tienen en común: la fusión sin integridad.

En contraste con la unión simbiótica, el amor maduro significa unión a condición de preservar la propia integridad, la propia individualidad.
El amor es un poder activo en el hombre; un poder que atraviesa las barreras que separan al hombre de sus semejantes y lo une a los
demás; el amor lo capacita para superar su sentimiento de
aislamiento y separatidad, y no obstante le permite ser él mismo,
mantener su integridad. En el amor se da la paradoja de dos seres
que se convierten en uno y, no obstante, siguen siendo dos.

Las palabras no alcanzan